lunes, noviembre 07, 2005

Va de libros, pelis y webs...

Jelou pipol! La última lectura interesante ke akabo de hacer se llama "El banquer anarquista", una traducción al catalán de Fernando Pessoa, ese poeta-literato portugués arreu conegut. El librillo en sí tiene miga aunke solo tiene cuarenta y pokas páginas. Trata de un bankero ke explica komo pasó de ser anarquista a bankero pero komo sigue manteniendo su ideología (siempre desde SU punto de vista). El formato del libro es el de un dialógo entre el citado bankero y un amigo el cual no deja de sorprenderse por los argumentos ke va hilvanando a lo largo de las páginas el susodicho. Es una obrilla interesante sobretodo por la claridad kon ke muestra la hipokresía ke reina en el mundo actual (un bankero ke pretende ser anarkista) y por el interesante repaso sociológico-filosófico ke el autor hace de la evolución del individualismo. OJO, se trata de un relato, no de un ensayo!

MMMMM!!! Ahora ke recuerdo, también os escribo cuatro líneas sobre la última peli ke he visto, "The door in the floor" ("Una mujer difícil") de Tod Williams (2004). Se trata deuna peli ke a primera vista os puede sonar a típica americanada made in Hollywood pero ke encierra un trabajo sensacional
La capacidad de mostrar cuan complejas pueden ser las relaciones entre las personas sobrepasa el simple argumento inicial de la muerte de los dos chicos y el simple debate moralista que se puede vislumbrar en toda la película. La expresión de lo que sienten los personajes, o mejor dicho las personas, los mensajes ke la película sugiere, las sensaciones que destila, sin llegar jamás a la saciedad, son exquisitos. No os explico nada más, no sea ke o axafi la guitarra.

Por cierto, ahí os linkeo mi blog de fotos. Acabo de colgar las del último akelarre: miradlas ke os reireis un rato!!! http://spaces.msn.com/members/pollastreraulweb/
(este link y el de los coleguitas también estan en la columna de links de la derecha...)

jueves, octubre 27, 2005

MÁS ARTÍCULOS...

Ya sé ke esto es un corta-y-pega, pero no puedo resistirme, kiero pero no puedo, es superior a mí...!!!

Un estudio publicado por la FAES afirma que el Estatuto catalán abre la puerta a la poligamia Añadir a Mi carpeta

El informe, del ex diputado del PP Jorge Trías Sagnier, dice que el texto "legaliza el aborto" y el "asesinato piadoso"

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ELPAIS.es - España - 27-10-2005 - 11:38

La Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que preside José María Aznar, ha publicado un estudio sobre el Estatuto catalán firmado por el abogado y ex diputado del PP Jorge Trías Sagnier que dice, entre otras cosas, que el texto constituye "la puerta legal para la futura ampliación del matrimonio a uniones poligámicas como las que autoriza la religión islámica" al contemplar la regulación no sólo del matrimonio sino también de "otras formas de convivencia".

Jorge Trías Sagnier señala que el proyecto estatutario catalán otorga a la Generalitat la competencia exclusiva "sobre casi todo", incluido "el tiempo libre" de los ciudadanos. "Ni siquiera en la época de Mao y de la Revolución Cultural, cuando todos los chinos hacían gimnasia a la vez, se atrevieron a tanto", asegura. En cuanto al modelo de educación defendido por el texto catalán, el ex diputado del PP lo define como "un modelo intervencionista más propio de dictaduras socialistas que de sociedades libres".

Según Trías Sagnier, el proyecto estatutario "legaliza el aborto" y el "asesinato piadoso" mediante "la perversión del lenguaje", al tiempo que "constituye la puerta legal para la futura ampliación del matrimonio a uniones poligámicas como las que autoriza la religión islámica". En este punto, el abogado dice que "se comprende que Batasuna o Esquerra Republicana de Catalunya estén tan satisfechas", pero "no se comprende que los católicos catalanes no hayan dado una batalla frontal contra la legalización del aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual y la regulación de otras formas de convivencia".

Derechos "exóticos" como el de "gozar del paisaje"

Trías Sagnier dice que 32 competencias exclusivas del Estado son "invadidas una a una" por el texto catalán. En su opinión, la regulación de las condiciones que han de garantizar la igualdad entre españoles en el ejercicio de derechos y cumplimiento de deberes constitucionales queda "lesionada" por la enumeración de unos derechos distintos a los ya establecidos en la Constitución de 1978, "alguno tan exótico como el de gozar del paisaje en condiciones de igualdad, que hará que lo que disfruten los ciudadanos dependa del lugar de nacimiento". También da por hecho que, si Cataluña se constituye como nación, la Generalitat "expedirá documentación oficial como los pasaportes y los documentos de identidad", y considera que el modelo de justicia que contempla el Estatuto es "susceptible de corrupción".

En el estudio se asevera que el proyecto catalán destila "una especie de añoranza por un imperialismo medieval perdido" recuperado literariamente "en el sueño romántico y wagneriano de la segunda mitad del XIX", y que ahora, "tras una lectura sesgada de la obra de su abuelo y el olvido de las raíces socialistas e internacionalistas de su padre, Maragall actualiza con eso el sueño catalán". A este respecto, Trías Sagnier denuncia que "la Generalitat extiende su larga y poderosa mano también a otros territorios, como el Valle de Arán, "el valle donde tantos españoles esquían", al considerarlo como "una realidad nacional occitana".

"Selección de raza" de los inmigrantes

En materia de inmigración, el autor considera que se va muy lejos, ya que "la Generalitat asumirá la competencia incluso en la selección de la raza", según su interpretación del "insólito" artículo 138.3, que reza que "en el marco de la comisión bilateral Generalitat-Estado, deben establecerse el número, el lugar de origen y la capacitación profesional del cupo de personas inmigrantes con destino a Catalunya".

La publicación de este artículo no es la única actividad que la FAES dedica a analizar el Estatuto. El próximo viernes José María Aznar y Mariano Rajoy darán cuenta, junto a varios expertos en la materia, de las posibles consecuencias económicas de la aprobación del proyecto.

martes, octubre 25, 2005

Ese hombre...

Sí señor, akí tenemos la web de un tio ke se kaga en las compañías multinacionales discográficas e intenta sacar adelante su trabajo por su cuenta: señoras y señores, con ustedes la web de kiko veneno!!! El kolega se pega un manifiesto por akí defendiendo la necesidad de los artistas de se rindependientes y no estar sujetos al mercado globalizado bla, bla, bloa pascual...Ke os lo leais ke está mu bien!!!

http://kikoveneno.net/

Por cierto, os dejo una fotillo cachonda de lo ke ha pasado kon un tren de alta velocidad de Italia; Para mí que si siguen muxo tiempo kon el Zaragoza-Lleida que inauguró el Álvarez-Cascos, pasará algo así.



lunes, octubre 24, 2005

SALUTACIONS!!!!

Hola noi@s, Akí comecem una nova etapa en la vida dels blogs. Degut a problemes tècnics,de cuyo nombre no kiero akordarme, el pollastreraul ha kedat clausurat. En el seu lloc ha nascut el nou format del futur, "lawebdelpollastreraul". Ja sabeu, a partir d'ara ens podem veure ( o no) per aquí. Apa!!!

"Hay algo akí ke va mal..." (Fermín Muguruza--Kortatu)




Pa empezar kon ánimos...


(extraído del diario El País, Domingo 23 Octubre 2005)

La generación de los mil euros Añadir a Mi carpeta

Pertenecen a la generación más preparada de la historia de España. Rondan la treintena, son universitarios y saben idiomas. Pero los bajos sueldos, la sobreabundancia de titulados y los cambios sociales les han impedido llegar a donde pensaban llegar. Comparten piso; no tienen coche, ni casa, ni hijos y ya se han dado cuenta de que el futuro no estaba donde creían

Está noticia está   entre las más visitadas del día en 'Lo más' ANTONIO JIMÉNEZ BARCA
DOMINGO - 23-10-2005


A mediados de agosto llegó una carta a este periódico que anunciaba la aparición de una nueva clase social. Se titulaba Soy mileurista y decía, entre otras cosas, lo siguiente: "El mileurista es aquel joven licenciado, con idiomas, posgrados, másters y cursillos (...) que no gana más de 1.000 euros. Gasta más de un tercio de su sueldo en alquiler, porque le gusta la ciudad. No ahorra, no tiene casa, no tiene coche, no tiene hijos, vive al día... A veces es divertido, pero ya cansa (...)". La autora, Carolina Alguacil, de 27 años, reside en el centro de Barcelona y trabaja en una agencia de publicidad. Inventó el término -y decidió escribir la carta- después de pasar unos días en Alemania y comparar, con un sentimiento a medio camino entre la rabia y la envidia, cómo vivían sus amigos berlineses y cómo vivían ella y sus amigos españoles.

Carolina comparte su casa con otras tres chicas de 25, 29 y 29 años. Ninguna gana lo suficiente como para alquilarse un apartamento. Pagan 360 por cabeza y conforman una extraña familia unida cuyos miembros hace un año no se conocían de nada. "Toda la gente con la que voy es así", añade Carolina, "tengo una amiga que trabaja en una editorial de Madrid por 1.000 euros; mi hermano es ingeniero en Andalucía y lo mismo, mi cuñada es licenciada en Medio Ambiente y también. Todos estamos igual, y no es que vivamos mal, porque para algunos somos unos privilegiados, pero no es lo que esperábamos".

Un reciente informe de la Unión Europea, el Eurydice, le da la razón: sólo el 40% de los universitarios tiene en España un trabajo acorde con su nivel de estudios, y la tasa de paro entre los titulados de 25 y 34 años es del 11,5%, una de las más altas de Europa, que se sitúa en un 6,5%.

A pesar de esto, y de lo que piensa Carolina, no es un fenómeno exclusivo de España. El sociólogo francés y profesor de ciencias políticas Louis Chauvel aseguraba en el Nouvel Observateur que los pobres del siglo XIX y principios del XX (los obreros sin cualificación, los agricultores o los ancianos) pertenecen a una sociedad que desaparece. "Y los nuevos pobres de hoy en día son los jóvenes", añadía.

Los nacidos entre 1965 y 1980, esto es, los españoles que, en un extremo de la horquilla, van dejando atrás la juventud, como Carolina y sus compañeras, y en el otro comienzan a apropiarse del poder, disfrutaron de una niñez dorada, de unos padres abnegados y responsables y de un país moderno y optimista que navegaba viento del desarrollismo en popa. Sortearon dos crisis económicas (la del 74 y la del 92), pero nadie dudó por entonces de que esa generación, la más preparada de la historia de España, la más numerosa, la del baby boom, no fuera a vivir mejor que la precedente, que todas las precedentes.

Lógicas expectativas

Y no ha sido así, y en eso radica buena parte del problema, según apunta el sociólogo Enrique Gil Calvo. "Con estos jóvenes se crearon unas lógicas expectativas. La generación anterior, la mía y la de mis hermanos menores (yo nací en el 46), creció con las vacas gordas, pudo cumplir el sueño de matar al padre, esto es, de superarlo en todo: mejor casa que los padres, mejores trabajos... Pero para estos mileuristas, que han tenido, paradójicamente, mejores oportunidades en forma de estudio, el futuro no estaba donde debía de estar", explica.

Carolina dispone de dos horas para comer. Hoy acude a un restaurante de a siete euros el menú que no puede permitirse siempre.Pide un guiso indio con garbanzos y cuenta: "Yo quería trabajar en el cine, como productora o algo así, pero pronto me di cuenta de que no podría. Bueno. Eso pasa. Y no me desanimó. Lo peor es que no sé lo que va a pasar conmigo. Una familia como la de mis padres ya no es el objetivo, pero ¿cuál es el objetivo?".

Ella no experimenta ninguna sensación de fracaso. Pero habla de un desánimo grande al definir la actitud de muchos de sus amigos o conocidos. Porque conforme va cumpliendo años, el mileurista se va cargando de amargura.

Belén Bañeres tiene 37 años, vive en Madrid y la sensación "de ir llegando tarde a todo". Estudió psicología y no hizo oposiciones al PIR (el MIR de los psicólogos) en un primer momento. Cuando quiso hacerlo, no hubo plaza. Lleva saltando de trabajo en trabajo más de 14 años. Jamás ha desempeñado un puesto acorde con los estudios que llevó a cabo. Jamás ha cobrado más de 1.000 euros brutos al mes. Sólo desde hace un año goza de un contrato indefinido como auxiliar administrativo. Desde entonces vive con su pareja (otro treintañero universitario con un sueldo de 1.000 euros) en un piso de alquiler. Ve casi imposible tener una casa propia. Ve muy difícil tener hijos. "Con la de horas que trabajamos los dos no podría cuidar ni de un perro", dice. Y después de haber resumido así su biografía, concluye: "Y también tengo la sensación de que me han robado la vida".

Un amigo de Belén que prefiere no dar su nombre, con un exclusivo máster a cuestas de informática aplicada a ciencias biológicas, trabajó durante casi un año de teleoperador en el 11888. "Y no era el único universitario: eso estaba lleno de gente preparadísima con carreras, idiomas y cursos de esto y de lo otro que, en un momento dado y si hacía falta, contestaba en alemán al que llamaba", cuenta.

Luis Garrido, catedrático de Sociología de la UNED, considera que una de las claves de este desánimo está en la sobreabundancia de universitarios. "Cuando yo, que nací en 1956, estudiaba, sólo el 10% de los jóvenes, la inmensa mayoría chicos, conseguía una licenciatura universitaria. Está claro que ese 10% copó los puestos de élite de esta generación, la del 68, que arrasó. Y que mis coetáneos vimos que estudiando en la Universidad se llegaba lejos y se lo transmitió a sus hijos".

Garrido continúa: "A partir de los ochenta, el porcentaje de estudiantes universitarios se multiplicó, sobrepasando el 30% y sumando a las mujeres, que se incorporaron de forma masiva. Se produjo un vuelco educativo tremendo, incomparable a cualquier otro país europeo. Y no ha habido puestos buenos para todos. Por mucho que queramos, no hay. Y se ha creado un número indeterminado de jóvenes frustrados, con una larga trayectoria estudiantil, que no ha rendido, que no ha ganado lo suficiente...".

Como Belén o como su amigo el ex teleoperador, que no encontraron trabajo al salir de la Universidad. Ellos, y muchos otros, siguieron estudiando en un intento de sobresalir: un máster, un doctorado, más cursillos... y cada vez más años, más necesidades y más exigencias para un puesto de trabajo especializado y bien pagado que no aparece: un circulo vicioso que recuerda a los que trazan los ratones de laboratorio buscando desesperadamente inútiles salidas a laberintos trucados sin salida.

Y los más jóvenes de esta generación tampoco lo tienen más fácil. Daniel Castillejo, sevillano de 29 años, lo ejemplifica: "Soy arquitecto, hablo tres idiomas, y no llego a 1.000 euros de sueldo al mes por trabajar, sin contrato, en un estudio. Jamás he tenido un contrato, ni vacaciones, ni pagas extras, voy en un coche de hace 15 años y este mes he renunciado a comprar diariamente el periódico porque no me puedo permitir gastar 30 euros más. Vivo de alquiler con mi novia y yo no creo que nos hayan estafado: yo creo que nos están tirando a la basura".

De cualquier manera, tanto el sociólogo Garrido como Miguel Requena, otro profesor de sociología de la UNED, coinciden en no dramatizar demasiado: "Las condiciones de vida de los jóvenes de ahora, en su mayoría, son mucho mejores que las de la mayoría de los jóvenes de los años cincuenta o sesenta, y no digamos anteriores".

Carolina, los martes y los jueves, va a clases de iniciación al baile flamenco en la academia Flamenkita. Paga por ellas 50 euros al mes. Una hora da para poco: movimientos de muñeca, unos pasos de fandango... Pero a Carolina le basta porque mientras baila se relaja. Eso sí, como buen mileurista, ha tenido que elegir: "Me apunté a flamenco y me borré de la piscina, porque las dos cosas no podía pagar".

Más que amigas

Ya es de noche cuando vuelve en autobús a su casa. Allí se encuentran ya sus tres compañeras de piso. Se sientan en el sofá del salón. Laura Caro tiene 29 años, es economista, especialista de marketing y ahorra para pagarse un segundo máster; Ainara Barrenechea tiene 24, cursó derecho y trabaja en el departamento de contabilidad de una gran empresa; Belén Simón, de 29 años, hizo historia del arte y se gana la vida en un centro cultural. Se preguntan unas a otras que qué tal el día. Son más que compañeras de piso: son amigas. O, tal vez, la frase es al revés. Son más que amigas: son compañeras de piso. Y con la casa, comparten la su vida.

Laura, la más mayor, es la que más resueltamente critica lo que le rodea: "Yo he ido a un banco a pedir una hipoteca y me han dicho que no porque no entro en el baremo. Llevo 19 años estudiando, voy a seguir estudiando no sé cuántos más y no entro en el baremo...".

Las cuatro cuentan con contrato. Ahora. Porque todas han coleccionado relaciones laborales de todo tipo. Se han aprovechado de la última marea económica: en 1995 trabajaban 12 millones de personas; ahora lo hacen 19. Pero han sido víctimas de la precariedad laboral que se ha venido cebando con los jóvenes de esta generación: en 2004, el 52% de los contratos firmados por jóvenes de 30 años fue temporal. Y esto es algo que viene de lejos: en 1995, esta tasa llegaba al 62%.

A medio camino

Y sobre todo, con sus 1.000 euros al mes, se han quedado colgadas, a medio camino de la emancipación (independientes de sus padres, dependientes de sus compañeros de piso), asistiendo estupefactas, junto con millones de jóvenes, al meteórico aumento del precio de la vivienda: en 1993, un piso de 100 metros en una capital de provincia costaba en España, de media, 91.000 euros. Hoy, ese mismo piso vale 228.000. Los que compraron hace 10 años habrán hecho la inversión de su vida. Los que no pudieron, vivirán condenados a compartir piso toda su existencia o, en el mejor de los casos, a "entrar en el baremo" y firmar una hipoteca a 30, 35 o 40 años que liquidarán a las puertas de la jubilación.

Los sociólogos coinciden en el carácter imprevisible de esta generación, en su marchamo original, en su necesidad de ir rompiendo moldes y en la incertidumbre que les rodeará a lo largo de su vida. Tal vez porque han sido siempre muchos en un tiempo demasiado convulso. En los años sesenta y setenta nacían al año más de 650.000 niños. En 1997, sólo 366.000, según el Instituto Nacional de Estadística.

Así, cuando los ahora mileuristas estudiaron EGB o BUP, cada aula contaba con 45 alumnos como mínimo. Cuando llegaron a la Universidad, se la encontraron repleta, y muchos no pudieron estudiar lo que desearon como primera opción. Después, no ha habido trabajo cualificado para todos, y los expertos vaticinan un colapso en las pensiones a no ser que trabajen mucho más de los 65 años.

Sus padres crecieron deprisa y se cargaron de responsabilidades pronto. A la edad de Carolina, o Laura, sus padres ya habían comprado (o casi) una casa. Carolina sólo cuenta con la cama de su habitación, una mesa de estudio que duerme plegada en un rincón y un aparador rojo de diseño donde coloca sus libros.

Estos mismos padres mantuvieron una tasa de natalidad que rondaba la de tres hijos por mujer fértil. Pero precisamente estos hijos la hundieron, a finales de los noventa, hasta un 1,1, la más baja del mundo. No porque no quieran, sino porque el reloj biológico no contiene años suficientes para alcanzar el estatus que, a su juicio, necesitan para reproducirse.

En el apartamento de Barcelona, las cuatro chicas discuten sobre esto. Y Carolina asegura: "Sí, no sabemos lo que será de nosotros. Esta cosa de vivir al día da libertad, porque no tienes nada fijo y puedes permitirte, en un momento dado, irte lejos, sin consultarlo con nadie, romper con todo. Eso es verdad. Pero yo echo de menos cierta seguridad. Lo del día a día lo llevamos haciendo tanto tiempo que... ya cansa".

"Ya han tenido tiempo de darse cuenta", concluye Gil Calvo, "de que el porvenir ya no se escribe más como en las viejas novelas, en las que el personaje empezaba mal, desde abajo, y terminaba bien, triunfando, arriba. El porvenir ya no va en línea recta. Por eso parece que dan vueltas, que deambulan continuamente, sin encontrar la salida". Como los ratoncitos de los laboratorios.

Son las once de la noche. El piso de Carolina, Laura, Ainara y Belén comienza a poblarse: amigos y amigas de una o de otra que se dejan caer, que se suman a la conversación. Se sacan latas de cerveza que abarrotan la mesa bajera. Se habla mucho, se ríe, se hacen planes para salir. Carolina sonríe: "Así es siempre, viene gente imprevista, mucha gente, como cuando éramos estudiantes, es una vida como de eterno estudiante. Lo malo es que ya no somos estudiantes. Es divertido, pero..."

Pero ya cansa.

La aventura de irse de casa de los padres

EL 30% DE LOS JÓVENES españoles con edades comprendidas entre los 30 y 35 años vive aún con sus padres; si la estadística se ocupa de los que tienen entre 25 y 29 años, entonces la cifra se eleva hasta el 63%. Y hasta el 95% si se trata de jóvenes entre los 18 y los 25 años. Son datos del Instituto de la Juventud e indican el escasísimo grado de emancipación de la sociedad española, impensable en países del norte de Europa o Estados Unidos.

El catedrático de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid, Javier Ruiz Castillo, cita ciertos factores con los que se tiende a solventar el asunto: "Juventud acomodaticia, padres tolerantes; una cultura, la del sur de Europa, que propende a una familia grande... Pero luego he hecho estudios y se llega a la conclusión, que no por evidente se tiene que dejar de citar, de que los jóvenes que viven en ciudades con menos paro o con viviendas más baratas se independizan antes". Este catedrático hizo otro estudio a principios de los noventa, en el que quiso demostrar qué sector de la población vivía mejor. Un trabajador menor de 30 años con un hijo obtenía casi la media: 100. Un trabajador cualificado de cierta edad, soltero, obtenía un 184, el primer puesto. ¡Y un universitario viviendo en casa de sus padres, un 154! "Esto quiere decir que eran, y son, los reyes del mambo, e independizarse implica perder mucho", añade.

El sociólogo Enrique Gil Calvo explica lo mismo a su manera: "Cuando no resulta posible emanciparse adquiriendo una posición social equiparable a la que se disfruta con sus padres, entonces parece más racional aplazar la decisión de emanciparse. Es una pura estrategia familiar de ascensión social,

y eso lo hacen tanto las familias acomodadas como las desfavorecidas, las de izquierda como las de derecha".

Y Juan Carlos Martínez, mileurista de 33 años, a la suya: "Trabajo desde hace nueve años como comercial. Gano alrededor de 1.100 euros brutos al mes. Y he intentado independizarme dos veces: la primera me fui con mi hermana; la segunda, con amigos. Las dos veces fracasé y he vuelto con mis padres. No es que no pueda. Pero con lo que gano, si pago unos 600 euros de alquiler de un piso, 200 de la letra del coche (lo necesito para trabajar) y 200 más para comida, no me queda nada. Y como yo estoy fuera de casa todo el día gasto, mínimo, seis euros al día, entre tabaco y tal; así que se acabó. Cuando vivía independiente (independiente es un decir, porque estaba con mi hermana o con compañeros de piso...) no podía salir, ni viajar, ni comprarme ropa, ni nada...; no vivía, sólo sobrevivía. Y yo quería cierta calidad de vida. La misma que tenía en casa de mis padres. Por eso volví. Por eso espero a que me vayan mejor las cosas para irme otra vez".



Chávez declara la guerra a los terratenientes

Viaje a una de las haciendas intervenidas por el Gobierno de Venezuela y entregadas en parte a los campesinos sin tierra
CLODOVALDO HERNÁNDEZ - Cojedes
EL PAÍS - Internacional - 23-10-2005

Detenerse en cualquier punto de la modesta carretera que une a las poblaciones de Tinaco y El Baúl, en el Estado de Cojedes, y mirar en redondo, es una excelente manera de comprender lo que quiso decir el escritor Rómulo Gallegos cuando, en su inmortal obra Doña Bárbara, escribió la frase: "Llanura venezolana, toda horizonte como la esperanza y toda caminos como la voluntad". La metáfora dibuja un territorio alucinante que se extiende hasta donde alcanza la vista sólo perturbado en su rectitud por alguna colina enana. Las tensas relaciones entre propietarios de hatos, campesinos sin tierra, un Gobierno que se ha declarado en guerra contra el latifundio y fuerzas militares llamadas a actuar como árbitros, han dado una nueva dimensión a las palabras de Gallegos. Hoy, más que nunca, en medio del sofocante calor de las llanuras de Venezuela andan desbocadas las voluntades, son engañosos los caminos, dudosos los horizontes, inciertas las esperanzas.

"Hay demasiada confusión, una gran anarquía", afirma Alejandro Branger, director de Agropecuaria San Francisco, hasta nuevo aviso propietaria del Hato Paraima, un predio de 53.000 hectáreas que ha sido declarado latifundio por el Instituto Nacional de Tierras (INTI). Como consecuencia de ese dictamen, buena parte de la hacienda ha sido tomada por personas que, organizadas en cooperativas y asociaciones civiles, aspiran a asentarse allí y dedicarse al trabajo del campo.

Áreas improductivas

Branger, perteneciente a una dinastía venezolana de hombres de negocios, explica que el INTI decidió que la finca debía ser intervenida por tener extensas áreas improductivas. "Presentaron un plano del hato (hacienda ganadera) en el que otorgan diversas secciones a 15 cooperativas, a pesar de que algunas de esas zonas están en plena producción. Cada cooperativa armó un ranchito y allí está viviendo esa gente", explica.

Los ranchos (armazón de troncos, paredes y techos de ramas, cartón, plástico o zinc), están dispersos en la enorme finca, que se extiende varios kilómetros a ambos lados de la carretera. Las autoridades han exigido a sus ocupantes que no realicen construcciones más sólidas, hasta tanto haya una decisión definitiva sobre el futuro de estas tierras. La única estructura permanente la ha edificado el Gobierno: la escuela que ha de ser, en pocos meses, centro de Pueblo Paraima, una ciudadela que sólo existe en la maqueta que reposa en la gobernación de Cojedes, en la vecina ciudad de San Carlos, y, desde luego, en las esperanzas de los cooperativistas, que son infinitas como la misma sabana.

En medio de la nada surge la pequeña escuela y un monolito con la efigie de Ezequiel Zamora, caudillo que dirigió la Guerra Federal en la segunda mitad del siglo XIX. Su lema era: "Tierras y hombres libres, ¡oligarcas, temblad!".

Pueblo Paraima cobijará a 120 familias, dotadas de todos los servicios y será, según el gobernador Johnny Yánez Rangel, "modelo de asentamiento campesino propio del socialismo del siglo XXI que impulsa el presidente Hugo Chávez". Tendrá un centro de acopio de la producción agrícola, módulo policial, centro de salud, mercado de alimentos e instalaciones culturales y deportivas.

Pero, si la esperanza es infinita, tres años viviendo como ocupantes precarios comienzan a hacer mella en la paciencia de algunos. "Tal vez el presidente Chávez crea que Pueblo Paraima está casi listo, pero esto está muy atrasado, la burocracia nos está consumiendo", sentencia uno de los campesinos sin tierra, durante una conversación en las afueras de la escuela. No dice nada más, no da su nombre ni acepta ser fotografiado. Igual que varios de sus compañeros, desconfía de quienes llegan hasta allí diciendo ser periodistas. Podrían ser agentes encubiertos de los Branger, ya les ha pasado, dicen. El recelo en estos lares también tiene un lejano horizonte.

"No ha sido fácil, al principio fue violento. Los campovolantes nos perseguían y nos disparaban", afirma Luisa Guilarte, líder de la Asociación Civil Lanceros de San Antonio. Los campovolantes son vigilantes armados, empleados o contratados por los dueños de la hacienda que hacen recorridos a caballo o en todoterreno.

Cambiar de vida

Guilarte, igual que sus compañeras Mary Castro y Alexandra Castro, no son tan suspicaces como los del otro grupo, tal vez porque en realidad no son campesinas, sino que proceden de barriadas pobres de Caracas y del Estado de Vargas, destruido casi por completo por los aludes torrenciales de 1999. "Nosotras decidimos cambiar de vida, venirnos a trabajar la tierra y de aquí no nos vamos, seguiremos hasta que nos construyan nuestras casas y nos den nuestras parcelas", dice Alexandra Castro.

La desconfianza no es injustificada. En una reciente marcha de campesinos, el vicepresidente de la República, José Vicente Rangel, dijo que desde la entrada en vigor de la Ley de Tierras, 150 dirigentes rurales han sido asesinados por sicarios contratados por terratenientes. La muerte, pues, anda también merodeando en la extensa pampa.

Hasta ahora, en Paraima no ha habido nada que lamentar, en buena medida por el trabajo cumplido por la Guardia Nacional, que ha impuesto cierta disciplina en medio del desenfreno de las voluntades. Los militares han sido mediadores entre las partes en conflicto.

Entre hacendados y cooperativistas están los trabajadores al servicio de la hacienda y empresas conexas. El ingeniero agrónomo Rodolfo Barrios, gerente del Hato Paraima, aboga por ellos. "Somos 120 familias que vivimos de esto, no sólo campesinos, sino también de técnicos y profesionales universitarios. Y todos somos de los pueblos cercanos. En cambio, los que han invadido vienen de otros Estados, de las grandes ciudades, ni siquiera tienen experiencia trabajando la tierra", afirma.

Llega la conciliación

El Hato Paraima es uno de los 21 que hasta la fecha han sido calificados de latifundios por el INTI. De todos, ha sido quizá el que más polémica ha generado. Un caso anterior, el de la Hacienda La Marqueseña, ubicada en el Estado de Barinas, cerca de Sabaneta, el pueblo natal del presidente Chávez, parecía encaminado a un final conflictivo, pero ha terminado resolviéndose mediante la conciliación directa entre el propio Chávez y el propietario, Carlos Azpurua. El mandatario bautizó esta manera de resolver el problema como el Método CHAZ, un acrónimo de su apellido con el del ganadero.

Después de varias semanas, los Branger también accedieron a aplicar el Método CHAZ. De hecho, estaban dispuestos ya hace tres años a ceder al Estado entre 15.000 y 18.000 hectáreas y a ayudar a sus ocupantes con asesoría técnica. La noche del viernes un Chávez eufórico anunció al país que 30.000 de las hectáreas de Hato Paraima serán entregadas voluntariamente al Estado, mientras los Branger continuarán laborando en las áreas que tenían en producción.

Chávez indicó que los empresarios insistirán en reclamar sus derechos por vía judicial, a lo que, enfatizó, "tienen perfecto derecho". "Lo que tememos es que esto se les vaya de las manos a los gobernantes y terminemos como en Chile en la época de Allende, en enfrentamientos violentos", ha dicho Alejandro Branger a EL PAÍS.

A las puertas de la escuela, embrión de Pueblo Paraima, los cooperativistas aseguran que tampoco quieren violencia. Sólo sueñan con viviendas y un pedazo de tierra. A ratos, como el viernes, parece que la esperanza se hará realidad, pero la mayor parte del tiempo se ve tan lejos como el horizonte.

Y los yanquis critican a Fidel...

CUANDO EL PRESIDENTE ES DIOS (extraído de El País, Domingo 23 Octubre 2005, por Pilar Bonet)

Los caprichos de un dictador envanecido son ley en Turkmenistán, el más cerrado y feudal de los Estados surgidos de la desintegración de la URSS, en 1991. Saparmurat Niyázov, también conocido como Turkmenbashí (el padre de los turkmenos), dirige este país ribereño con el Caspio, y fronterizo con Irán y Afganistán, como si fuera una propiedad particular, y utiliza sus abundantes reservas de gas y su petróleo para reforzar su aislamiento. Pese a la hostilidad del régimen ante los periodistas extranjeros, esta corresponsal tuvo la reciente oportunidad de visitar ese Estado de cerca de seis millones de habitantes y casi 490.000 kilómetros cuadrados, [superficie similar a la de España] ocupados en su mayor parte por el desierto del Karakum.

La transición del comunismo al nacionalismo ha tenido un solo protagonista en Turkmenistán. Niyázov, un ingeniero de 64 años, llegó a ser el máximo dirigente de esta república centroasiática cuando era parte de la URSS, y se convirtió en presidente de "por vida" tras la independencia. El líder ha anunciado que piensa retirarse en 2009, pero los analistas dudan que abandone el poder. El Legislativo, formado por un Parlamento (Majlis) y un Consejo Popular (Halk Maslahaty) de más de 2.500 miembros, se limita a refrendar sus deseos. La oposición está prohibida y sus figuras, en su mayoría altos funcionarios caídos en desgracia, están en la cárcel o en el exilio.

Niyázov ha impuesto a sus compatriotas el culto a su personalidad y el estudio de su doctrina, conocida como el Ruhnamá. En un parque de Ashjabat, entre surtidores y estatuas de los primeros caudillos turkmenos, se alza un gigantesco libro que al atardecer se abre y se convierte en una pantalla de televisión en la que aparecen citas de la obra sagrada de Turkmenbashí. En ella, las opiniones banales se mezclan con las loas apasionadas al pueblo turkmeno y los consejos sobre cómo vestirse, cómo organizar la vida familiar o cómo relacionarse con los vecinos. El Ruhnamá es el punto de referencia ideológico del país y en la escuela ha sustituido a otras asignaturas, como la historia universal o los idiomas. Su conocimiento es obligatorio.

Cuestión de carácter

"Los turkmenos crearon ellos mismos su carácter. Este carácter se transmitió de generación en generación y con el tiempo se convirtió en una identidad nacional. La madurez espiritual del turkmeno se expresa en su capacidad de descubrir y reconocer la integridad de la estética interior y exterior de la persona", dice el Ruhnamá. La obediencia y la obligación de creer en Dios son parte de su mensaje patriarcal.

El dictador es omnipresente. Aparece en forma de estatuas doradas en las plazas y los palacios. Se le puede ver, sonriente, en los libros de lectura infantil y en los cuadernos escolares, en el código de la circulación, en el interior de los aviones de las líneas turkmenas, en los casinos y en los tapices. El nombre de Turkmenbashí está en la toponimia y en el calendario. Sus palabras, en las cenefas de las alfombras, como la de 300 metros cuadrados (un récord Guinness) que se expone en el museo de las tapices de Ashjabat. Sus reflexiones decoran la cúpula de la gran mezquita y acompañan las citas del Corán. Al presentar sus credenciales, los embajadores reciben como regalo los dos tomos del Ruhnamá en encuadernación de lujo.

En los cuatro canales de la televisión turkmena se repite una escena. El presidente, en mangas de camisa, regaña en público al alto funcionario caído en desgracia. El vituperado de turno escucha de pie, con los ojos bajos y gesto humilde, mientras Niyázov mueve la cabeza coronada de una negra cabellera, que hasta mediados de los noventa fue canosa y plateada. Nadie osa moverse. El miedo tiene paralizada a toda la clase política, asegura una fuente disidente que, como todos los interlocutores en Ashjabat, prefieren mantener el anonimato. Medios diplomáticos aseguran que, este año de mala cosecha agrícola, los dirigentes regionales han comprado cereales en el extranjero para fingir que han cumplido los planes.

Las reglas del juego

Los extranjeros que quieren hacer fortuna en Turkmenistán tienen que aceptar las reglas del entorno feudal. Con la misma humildad que los turkmenos, los ejecutivos de la empresa francesa Bouygues, la segunda constructora de Europa, encajan los rapapolvos del dictador cuando éste les reprocha haber escatimado oro en las cúpulas de la gran mezquita o emplear mármol de mala calidad.

Bouygues ha transformado Ashjabat en una ciudad de ciencia-ficción. Los palacios, los hoteles o los museos surgen como espejismos en un entorno reseco por el sol y barrido por el viento. La inspiración asiática y clasicista se combina con detalles versallescos, con caballos alados, símbolos guerreros y, por supuesto, estatuas del presidente. En todos los edificios públicos, incluido el hipódromo donde se doman los famosos caballos turkmenos, hay lujosos aposentos reservados para el presidente, por si éste se digna hacer una visita.

Animado por los ingresos de los hidrocarburos, el régimen cultiva una política de autosuficiencia. Oficialmente, Turkmenistán es un Estado neutral, que prefiere las relaciones bilaterales a las multilaterales. El pasado agosto, durante la última cumbre de la Comunidad de Estados Independientes, un emisario de Turkmenbashí anunció que su país actuará en el futuro sólo como observador en esta asociación de países pos-soviéticos. Antes de septiembre de 2001, el régimen turmeno se codeó con los talibanes de Afganistán, que, según dicen, viajaban a Ashjabat para descansar. Tras los atentados del 11-S, Niyázov permitió que los aviones de la coalición antiterrorista en ruta hacia Afganistán sobrevolaran el territorio turkmeno e hicieran paradas para repostar. Algunos creen que Washington ha cortejado a Niyázov en búsqueda de una alternativa para la base de Uzbekistán. Los turkmenos lo han negado.

Una de las mayores colonias occidentales en Turkmenistán es la francesa, en parte debido al personal de Bouygues. Niyázov se interesó por esta empresa durante un viaje a Francia tras haber visto algunos de sus edificios en Kazajstán y Uzbekistán. Si uno abandona las avenidas de la nueva Ashjabat y se interna por calles secundarias y patios traseros, puede descubrir entornos menos pulcros, como los dormitorios sofocantes (ocho literas en un reducido espacio) de los emigrantes llegados de Pakistán o de la India para trabajar en la construcción.

Turkmenistán tiene unos depósitos de gas natural de 2,86 billones de metros cúbicos probados y una producción anual de 60.000 millones de metros cúbicos, que exporta en su mayor parte a Ucrania, vía Rusia. Gazprom, la compañía de gas rusa, es responsable del transporte por la red centroasiática que une a Turkmenistán con Rusia y Ucrania, por Uzbekistán y Kazajstán. Tras la revolución naranja en Kiev, Niyázov ha conseguido subirle el precio del gas a Ucrania hasta 58 dólares por 1.000 metros cúbicos. No así a Rusia, que, por su condición de territorio de tránsito obligado, mantiene el precio de 44 dólares por 1.000 metros cúbicos, tras firmar un contrato para 25 años en 2003. Turkmenistán está unido con Irán por un gasoducto de poca capacidad y, debido a la inestabilidad de la región, no ha logrado concretar ninguna de las ideas para desarrollar vías de transporte alternativas, ya sea por Afganistán hacía Pakistán y la India, ya sea por Irán. De la importancia estratégica de Turkmenistán para Rusia y Ucrania dan cuenta los dos viajes que Alexéi Miller, el presidente de Gazprom, ha realizado este año a Ashjabat en poco más de dos meses, y la visita del presidente Víktor Yúshenko. El líder de la revolución naranja elogió a Turkmenbashí y condecoró a título póstumo al padre de éste, muerto en la Segunda Guerra Mundial. Los responsables de Turkmenistán se muestran receptivos a la inversión extranjera en proyectos off-shore frente a las costas del Caspio. Sin embargo, el conflicto entre los Estados ribereños por la delimitación de zonas nacionales en ese mar sigue sin resolverse y envenena las relaciones de Ashjabat con Azerbaiyán.

Bajo la mirada de Europa

Gracias a los hidrocarburos, se desarrolla la ciudad portuaria de Turkmenbashi, en el Caspio, y se construyen autopistas que cruzan el país, una de norte a sur y otra de este a oeste. Mujeres en traje tradicional barren los arcenes de estas carreteras de ensueño con vetustas escobas de ramas.

Por sus recursos energéticos, Turkmenistán es un país interesante para Europa Occidental. Pero la posibilidad de abrir una embajada de la Unión Europea aquí choca con ideas peculiares. "Tendríamos que dar algo a cambio y no queremos dar nada", es el argumento empleado por un alto funcionario turkmeno. En Ashjabat no hay periódicos extranjeros ni servicios de mensajería, desde que DHL tuvo que clausurar sus servicios la pasada primavera. Los funcionarios de la oficina local de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa acuden al mostrador de Lufthansa en busca de periódicos atrasados.

Saparmurat Niyázov gusta de recordar su condición de huérfano. La madre del presidente y su hermano menor perecieron en el terremoto de 1948 y sus imágenes acompañan a la del presidente en museos y edificios públicos. Los muertos de la familia están enterrados en un panteón junto a la gran mezquita, que Niyázov hizo construir en las afueras de la capital. El edificio puede albergar a 20.000 personas, pero cuando lo visité apenas había una decena y la policía inspeccionaba la documentación de quienes se acercaban. Niyázov toma precauciones tras el supuesto atentado que sufrió en noviembre de 2002, al que siguieron arrestos de potenciales adversarios y procesos de corte estalinista contra unas 60 personas. Uno de los condenados (a cadena perpetua) fue el ex ministro de Exteriores, Borís Shijmurádov, que regresó del exilio y se entregó para proteger a su familia.

En Turkmenistán se conserva todavía una estructura de clanes, y cuando uno u otro funcionario cae en desgracia, toda su parentela sufre represalias con distintos pretextos. Niyázov se presenta a sí mismo como el unificador del Estado turkmeno. De forma regular, tilda a sus allegados de corruptos y pervertidos y los sustituye por otros, que, a su vez, serán destituidos al cabo de poco tiempo. Entre las últimas víctimas están los altos responsables del gas y el petróleo, incluido el vicejefe de Gobierno, Elli Kurbanmurá-dov, condenado a 25 años de prisión.

El dictador tiene dos hijos, y ambos viven en el extranjero: la hija, Irina, en el Reino Unido, y el hijo, Marat, en Europa continental. De la hija se dice que gestiona las cuentas de la familia; del hijo, que ha heredado la afición a los juegos de azar del padre y que éste tiene que intervenir para pagarle las deudas en los casinos. De Turkmenbashí se afirma que tiene una fortuna de miles de millones de dólares.

Turkmenistán no es Corea del Norte, ni Albania, ni Bielorrusia. Tiene su propia fórmula dictatorial, que ha conservado elementos soviéticos y los ha tejido con una política de vuelta a las raíces, entendida como una mitificación obcecada de lo propio y la indiferencia ante lo ajeno. Quizá lo más inquietante, en opinión de varias personas entrevistadas, es la degradación del sistema educativo. El idioma turkmeno se ha impuesto en la secundaria y en la Universidad sin la debida preparación de cuadros, sin haber elaborado la terminología científica y sin material didáctico. El profesorado cualificado que no había aprendido el idioma ha quedado marginado.

La reforma del sistema educativo ha eliminado los dos últimos cursos de la enseñanza secundaria, además de sustituir asignaturas (para estudiar el Ruhnama) y suprimir idiomas. La fórmula repercute sobre la preparación de los jóvenes. Quien quiere y puede costearse una carrera trata de ingresar previamente en la única escuela rusa de Ashjabat, dependiente de la Embajada de la Federación Rusa, o de emigrar a otro país para completar la secundaria. A la hora de viajar al exterior, sin embargo, existen listas negras de personas a las que les está vetado salir del país. El servicio militar equivale de hecho a dos años de esclavitud. La Administración, nos dice un periodista local, ahorra sustituyendo por reclutas al personal médico auxiliar, con la consiguiente degradación de la Sanidad pública.

Lavado de cerebro

Varios turkmenos con estudios afirmaban que preparaban a sus hijos en casa para protegerlos del "lavado de cerebro" del Ruhnamá. Otros querían enviarlos a Rusia a estudiar, lo que presupone tener dinero para costear las clases, nivel para ser admitido en una Universidad rusa y permiso para salir del país, algo que el régimen puede negar arbitrariamente incluso a quienes siguen conservando sus pasaportes rusos. La erosión intelectual se plasma en la desaparición de librerías, el cierre del teatro de Drama y Ballet ruso (reabierto en las afueras de la ciudad) , la supresión de suscripciones a la prensa extranjera y la emigración de los especialistas no sólo rusos o ucranios, sino también de Estados asiáticos como Kazajstán y Uzbekistán. Queda Internet, aunque con un número limitado de conexiones, las antenas de televisión que permiten captar los canales rusos o turcos y también los mercadillos, donde se venden las bibliotecas de la población eslava que abandona Asia Central, desde las obras completas de Dostoievski hasta los manuales escolares.

En 2003, a los rusos de Turkmenistán, que hoy son unos 100.000, se les dio dos meses de plazo para elegir entre la ciudadanía turkmena o la rusa. En la práctica, muchos siguen manteniendo ambas hasta hoy, pero Rusia no les ampara cuando son víctimas de la arbitrariedad local o se les prohíbe viajar al extranjero. Pese a la riqueza del país y los gastos en obras suntuarias, el pago de los salarios se demora incluso en empresas del Estado. Un turkmeno de a pie cobra dos millones de manats (cerca de 80 dólares al cambio real), y no paga por el consumo de gas. La electricidad está subvencionada y un litro de gasolina cuesta 400 manat (0,01 dólar). Ninguna de las personas con las que hablé daba la impresión de sentirse particularmente beneficiada por las riquezas del país. Aseguraban que los servicios médicos son de pago y caros, que hay que entregar sobornos de hasta 5.000 dólares por ingresar en la escuela rusa, y que hay personas que se han quedado en la calle y sin compensación después de que sus hogares hayan sido demolidos por las excavadoras que transforman la capital turkmena en una ciudad de mármol blanco para mayor gloria de Saparmurat Niyázov.

La larga mano del dictador

LOS ADVERSARIOS del Turkmenbashí en el exilio no se sienten seguros en ciudades como Moscú, pese al carácter multicultural de esta metrópoli. Efectivamente, la capital rusa resulta más acogedora para los líderes defenestrados como el presidente kirguizo Askar Akáiev o viejos dirigentes comunistas perseguidos en sus países que para eventuales exportadores de revoluciones democratizadoras en la periferia de Rusia.

Los miembros de la oposición turkmena en el exilio que todavía residen en Moscú prefieren que no se les cite. Uno de ellos contaba la aventura de un homólogo, un antiguo ministro caído en desgracia, que ha abandonado Rusia este año con destino a un país nórdico después de ser localizado por una agencia de detectives privados.

La agencia informó al exiliado de que había recibido un encargo de la Embajada de Turkmenistán en Rusia para pincharle el teléfono. Como la tarea planteaba ciertas dificultades logísticas, la agencia quiso llegar a un acuerdo con su víctima potencial: si se dejaba instalar un micrófono en el teléfono, le dijeron, se repartirían los honorarios a medias.

El turkmeno exiliado consideró la oferta, pero decidió no jugar con fuego y marcharse a un lugar más seguro.