reflexiones matutinas...

Te levantas de cama. Hoy toca análisis. Piensas en porké te dejaste engatusar por la loca de la enfermera para hacertelo. Pero ya no vale la pena faltar. “Ya paké!?”. Te diriges en ayunas hacia tu centro de atención primaria. No te apetece nada de nada hacer esto. Tampoco te ha apetecido demasiado levantarte a las ocho treinta. Objetivo: proporcionar veinte centilitros de tu sangre a un laboratorio privado para que te digan que el estado de tus riñones es normal. Te consuelas pensando en el desayuno posterior: café con leche y cruasán mientras lees tu periódico favorito. Te mareas un poco durante la extracción. Sañes y ves la luz de tu bici algo torcida: recuerdas que te desequilibraste al aparcarla porke algo se metió en la rueda: esos pantalones demasiado anchos. Llegas a ru lugar de asueto: venga ese café y el papeo. Solo hay prensa gratuita para hojear: los funcionarios de enfrente ya se llevaron lo bueno. Piensas en lavarte los dientes y kitarte ese azúcar industrial de mierda de las paredes frontales de tus incisivos. Encuentras al coleguilla que finalmente va a la biblio. Haceis un segundo café aunque tu hubieras preferido algo más ligero. Dejas la mochila en su sitio. Vas al lavabo de minusvalidos. Agarras tu negra-pasta-de-dientes-ecológica-de-berenjena. Mancha en la camiseta blanquísima de donar sangre. Salida triunfante, kual torero, a la sala de lectura. Mancha de agua extendida por toda la camiseta para intentar borrar los efectos de tu negra-pasta-de-dientes-ecológica-de-berenjena. Pensamiento de gloria: Viva Murphy, viva su padre. Comienzas a teclear…